La Colonia Vindel

Julio Pareja

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Julio Pareja. 2020. La Colonia Vindel. Apuntes de El Ponderal 3: 97-99

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Durante muchos años, alrededor de treinta, los vecinos de Hoyo que nos dirigíamos al Parque de La Cabilda hemos visto enfrente del camino de entrada los dos pabellones de piedra que delimitan un acceso central y unos rótulos con el nombre de “Colonia Vindel” y “Dirección y Portería”, que daban entrada, a través de unas rejas de forja, a una calle en la que se distinguían algunas casas de piedra sobre las que sobresalía una con dos torreones. Prácticamente nadie asociaba esa urbanización o colonia al nombre de Marcelo Usera, promotor y primitivo dueño de la finca.

Marcelo Usera nació en 1874. Su padre fue Inspector General del Cuerpo de Ingenieros. En 1893 se incorporó a la carrera militar y continuó en el Ejército hasta 1929, en el que pasó a la reserva con el grado de Teniente Coronel.

Compatibilizó la carrera militar con una ocasional actuación política durante la dictadura de Primo de Rivera, así como con su condición de abogado y la promoción inmobiliaria, actividad que comenzó en 1910 sobre unos terrenos propiedad de su primera esposa, Carmen del Río Fernández, que, a su vez, los había heredado de su padre, y que se extendían por la ciudad de Madrid y alrededores. Entre otras promociones cabe destacar la Colonia La Legión, de Doña Paulina, el Parador del Sol, Atajillo y Zofio, aunque su más brillante actuación fue la del Barrio de Usera, para la que aprovechó la continua llegada de gente que abandonaba el campo para rehacer su vida en la capital al reclamo del desarrollo de la construcción. Fue, por lo tanto, un barrio destinado a un sector de la población con bajo nivel económico, pero que para Marcelo Usera supuso un nivel de empresa muy prometedor.

Tras el fallecimiento de su primera mujer, se casó con Ana Vindel y Ochoa y decidió extender su actividad urbanística e inmobiliaria a zonas de más alto nivel económico, como Aravaca, donde también poseía terrenos y en donde participó como vicepresidente en una cooperativa que desarrolló una urbanización en la que construyó una vivienda para su familia, vinculando el nombre de su mujer a la promoción, cuya arteria principal fue denominada calle de Anita Vindel, nombre que aún conserva y que muchos de nosotros conocemos por ser la calle en la que se encuentra el Hospital de La Zarzuela.

La casa de Aravaca quedó destruida durante la Guerra Civil. No obstante, había desalojado esta vivienda el 19 de julio de 1936, recién comenzada la contienda, con el propósito, al parecer, y conforme sus propias declaraciones, de buscar un destino saludable para su mujer, de quebradiza salud, y colaborar con el ejército sublevado. No pudiendo abandonar la zona bajo control republicano, y tras diversos avatares, logró instalarse el 15 de agosto de 1936, en Hoyo de Manzanares, donde residía su cuñada Elisa.

Marcelo Usera mantuvo una vida muy discreta durante la guerra, no así su cuñado, Francisco Vindel. No es nuestra pretensión entrar en pormenores sobre la actividad política de la familia Usera-Vindel en Hoyo, pero no queremos dejar de resaltar estas circunstancias como antecedente ineludible de su vinculación al pueblo. Para estas cuestiones, nos remitimos al libro La Sierra Convulsa (Colmenarejo F et al, 2015), donde se relata la historia política de Hoyo de Manzanares desde el año 1936 hasta los primeros años cuarenta.

Pasadas las vicisitudes bélicas, olvidadas las malas querencias y con la salida de la cárcel de su cuñado, Francisco Vindel, Marcelo Usera retornó a los negocios inmobiliarios en el mismo Hoyo de Manzanares, por lo que adquirió en 1946 unos terrenos en los que promovió la colonia que lleva el apellido de su esposa.

De 1950 es la publicación del prospecto publicitario del que nos hemos servido para extraer las imágenes que ilustran el artículo y del que se pueden asimismo extraer algunos datos de interés, tal como el anuncio de la construcción de la carretera Madrid-El Pardo-Hoyo que quedó sólo en proyecto, o las virtudes climáticas, paisajísticas y sociales del Hoyo y su entorno, tan aptas para residencia de una clase elevada.

Fotografía de Antonio Tenorio (Asociación Cultural El Ponderal)

Así nació la Colonia Vindel, cuyo desarrollo quedó interrumpido por el fallecimiento de su principal promotor en 1.955.

Cinco años después, doña Ana Vindel permutó la totalidad de la Colonia Vindel a D. Sebastián de la Peña Sanz en una escritura muy complicada que tardó años en ser inscrita en el Registro de la Propiedad. El desarrollo de la Colonia siguió paralizado hasta los años 80 en que dos promotores de Hoyo de Manzanares decidieron continuar con el proyecto.

Para ello se encargó un proyecto de urbanización y otro de parcelación para adecuar las características de las parcelas diseñadas por Marcelo Usera a la normativa urbanística aprobada en 1.985 y vigente en ese momento. A continuación, comenzaron las obras de urbanización, alterando lo menos posible el diseño original de la Colonia, y la venta de las parcelas resultantes.

La falta de inspección municipal sobre los proyectos de edificación en estas parcelas, con uso no autorizado de ladrillo visto en la totalidad de las fachadas de la mayoría de los chalets, hace que, hoy día, la única zona de la Colonia que mantenga, en términos generales, la idea original de Marcelo Usera, sea la calle Elisa y una parte de la calle Nicolás Ochoa. Son tres hoteles los originales, incluido el que construyó para él y su familia, y al que había trasladado todos los restos aprovechables (la totalidad de las rejas, por ejemplo) de su destruida vivienda en la calle Anita Vindel de Aravaca.

No quiero dejar de agradecer a la propietaria de uno de esos hoteles, situado en la calle Nicolás Ochoa, el folleto del que hemos extraído las ilustraciones para este artículo.

Bibliografía

  • Colmenarejo F, Corona C, Sáenz de Miera MF y Vasco JI (2015) La sierra convulsa: Segunda República, Guerra Civil y Primer Franquismo en el Norte de Madrid. Coordinado por Roberto Fernández Suárez. Ed. Círculo Rojo.
  • Colonia Vindel. Folleto publicitario, Artes Gráficas Martorell. 1950.

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