El despoblado de Carbonero

Gabriel Arenas Ybarra. Asociación Cultural El Ponderal

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Gabriel Arenas Ybarra. 2020. El despoblado de Carbonero. Apuntes de El Ponderal 3: 29-40

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Dedicado a Leonor Arenas, amiga y hermana

Introducción

Siempre es interesante conocer en profundidad el territorio en el que has vivido la mayor parte de tu vida. Por este motivo, el estudio de los municipios de Hoyo de Manzanares y Torrelodones son tan atractivos. El paisaje actual responde a unas claves históricas y geográficas que no conocemos en su totalidad. Hace algunos años se empezó a hablar de Carbonero, una hipotética aldea olvidada. Un posible pequeño asentamiento rural en una zona por concretar. Este tema despertó mi interés, y en los últimos años he realizado lecturas de textos antiguos recuperados y pequeñas investigaciones de campo sobre una cartografía somera, para arrojar algo de luz sobre este tema, con el objeto de proteger estos entornos patrimoniales y de dar a conocer los resultados a una población respetuosa con su medio natural.

Mapa de Hoyo de Manzanares

Definición de despoblado y de carbonero

Un despoblado es un núcleo de población que, por alguna razón, ha quedado abandonado y no cuenta con habitantes permanentes, conservando con frecuencia el topónimo y la memoria oral, escrita o física de su existencia. Este abandono suele estar relacionado con las epidemias, el hambre, las guerras, las crisis económicas, las catástrofes naturales o las acciones gubernamentales (Cabrillana Ciézar 1969).

El topónimo Carbonero (del latín carbonarius) hace referencia a la persona que fabrica o vende carbón, también al lugar donde se almacena, e incluso a la pila de leña cubierta de arcilla para el carboneo. Para esta investigación, en concreto, nos quedaríamos con la definición de carbón (del latín carbo carbōnis) como producto de la combustión incompleta de la leña. (DRAE).

Sección de carbonera

Fuentes históricas relacionadas con el topónimo “Carbonero”

Los primeros textos que me encuentro con el nombre de Carbonero son del Libro de la Montería de Alfonso XI (año 1325). Dice así:

Et caruonero con la torreziella es otrossi aldea de Madrit e todas las labranzas e casas son de omnes de Madrit, e fueron de sus padres e de sus auuelos e de quellos que oy las an”.

El texto se refiere a la “torreciella del atalaya” que está entre Manzanares y el Hoyo. Otro párrafo del mismo, nos dice : “La Dehesa de Madrit es muy real monte de puerco en invierno…, fasta derecho de Carbonero” , es decir, los terrenos de la dehesa de Madrid fueron buenos lugares de caza mayor para cazar jabalíes en invierno, hasta más allá de Carbonero”. El texto siguiente hace también referencia a Carbonero: “desde Sancta Maria en derecho de Carbonero cantante el río”, nos está indicando que Santa María estaba en algún lugar del trayecto del arroyo Trofa, que recibe aguas del Carboneros. (Andrés 2000).

En archivos históricos consultados del Siglo XV (1427), fue una propiedad privada denominada Trofa y Carbonero, cuyos gestores fueron Gutierre Fernández y su esposa María Álvarez, así como también Ruy Bázquez y Juana Fernández. Posteriormente no hay constancia de los motivos que llevaron a su desaparición ya durante la Edad Moderna. (Arenas 2019).

En una recopilación de las “Reales Ordenanzas y Cédulas de los Bosques Reales del Pardo”, encontramos algunas alusiones al nombre propio de Carbonero. Un texto del Rey Felipe II (1556-1598), del siglo XVI, dice lo siguiente: “Restringense esta prohibición de cortar leña, al monte, al Bosque del Pardo, y a los otros heredamientos Reales solamente”, es decir, de exclusividad de la Corona,  “las que dizen las Barrancas de Carbonero, que confinan con el Río Mançanares y descabeçan con dicho Real Monte del Pardo, sobre que se otorgó escritura entre la parte de su Magestad, y de dicha Villa, y se despachó Real Cédula por su Magestad, y su Real Junta de Obras, y Bosques, cometida al Autor de esta obra para que se hiziesse acotar, y se acotó, y amojonó dicha dehessa, y sitio de las Barrancas, y se prohibió absolutamente la corta y saca de leña de dicha dehessa con las penas de estas Ordenanças, y otras mayores en quanto a lo pecuniario, y que pudiessen denunciar de ello, assi las guardas del Pardo ante el Alcalde Juez de Bosques, como las de Madrid ante su Corregidor, con el derecho de prevención, y las Barrancas de Carbonero quedaron agregadas al Pardo privativamente, hízose escritura ante Juan de Espinosa, Escribano de Cámara de dicha Real Junta de Obra, y Bosques”. En esta Glosa V, se mencionan las barrancas de Carbonero como dehesa protegida y perteneciente a los montes del Pardo. “En las proximidades del arroyo de Carboneros se alzaba Carbonero, aldea de Madrid, con sus labranzas y casas. Tenía enfrente, hacia poniente el Canto del Camello, hoy llamado Canto del Pico”. (Andrés 2000).

Finca de Canto del Pico (al fondo de la imagen)

Por una Real Cédula, el Emperador Felipe II aprovechaba la ocasión para ampliar sus posesiones en El Pardo, incorporando una parte de la nueva dehesa, las Barrancas de Carbonero, que constituían un valioso refugio para los jabalíes. El aprovechamiento de leña de carbón que se vendía al abasto en Madrid supuso una importante inversión. Además, el cerramiento de los montes sólo afectaba a los vecinos de Madrid y su Tierra, pero no a los intereses reales, pues se destinaban “los pastos descubiertos para el ganado y el monte para el de mi caza”. De esta forma, se ratificaba la prioridad de la función cinegética. (Relaciones Topográficas del Rey Felipe II).

Monte de El Pardo con la sierra de Hoyo al fondo

Otro texto de la Cédula Real XIII, de Felipe II, de 1590, se refiere a Carbonero: “Cerro del Carbonero, junto al carril que va a dar al camino de Hoyo”. Se enumeran los mojones y su localización geográfica, que ocupaban buena parte del Sur de Colmenar Viejo, de Hoyo de Manzanares y del sector Este de Torrelodones. La descripción del amojonamiento realizado en el Suroeste de Hoyo de Manzanares hasta su límite con Torrelodones, reflejada en el acta de amojonamiento de la Cédula XIV de 1591,  finaliza de esta manera: “y de allí paʃʃando el Arroyo de Trofa a obra de veinte paʃʃos, junto al camino que ʃale de los labrados del Hoyo, ʃe puso otro mojón, y de allí guiando buelto el roʃtro ázia el Canto del Camello atraveʃando el Arroyo de Carbonero en el cerro de èl, ʃe hizo otro mojón, como a ducientos y veinte paʃʃos arrimado a vn enebro, y de allí cuerda derecha, al cerro del Carbonero junto al carril que vá a dar camino del Hoyo, que vá dar a la Torre, ʃe hizo otro mojón… YO EL REY. Refrendada de Juan de Ibarra”.

Con fecha de 1740, en la Villa de Hoyo de Manzanares se localiza un documento histórico que enuncia lo siguiente: “Escritura por la que la Villa de El Oyo de Manzanares se obliga a no pedir mayor indemnización que los 1660 reales anuales  que le consignan por razón de los daños que en sus propiedades cause la caza de los bosques del Pardo” (Clavero Roda 2000). Este texto nos está anunciando la  búsqueda de soluciones para evitar los conflictos sociales con la vecindad, y tendrá como consecuencia inminente la separación de terrenos mediante la Tapia del Pardo.

Todos estos textos, enumerados anteriormente, nos permitirían afirmar que posiblemente existió la aldea de Carbonero, y que se encontraría situada en la jurisdicción administrativa de Madrid, durante la Edad Media e inicios de la Moderna.

Antecedentes históricos alto y pleno medievales del territorio

Para situarnos en un contexto crono-espacial concreto debemos repasar algo de historia general, ya que no queda claro a qué época pertenece la aldea de Carbonero.

Con el mundo tardoantiguo e hispanovisigodo (siglos V-VIII), llega una sociedad en proceso de feudalización, con una economía cada vez más ruralizada y una ganadería trashumante en expansión. El Anónimo de Rávena o Ravenate, del siglo VII, ofrece una serie de itinerarios en los que se enumera los puntos de paso. Se utilizan los antiguos caminos tardorromanos, con sus obras de ingeniería a menudo restauradas, aunque comienzan a empeorar la calidad de sus viales. Contamos con una aldea Hispanovisigoda, La Cabilda (Hoyo de Manzanares), próxima a la cabecera del arroyo Trofa, que además de importar y exportar productos comerciales, autogestiona sus propias necesidades de subsistencia.

Parque municipal de La Cabilda

Durante la época Andalusí de este territorio (siglos VIII-XI), se reorganiza la frontera, aprovechando la Sierra de Guadarrama como frontera natural (AL Sarrat). La llamada Marca Media sitúa su Capital en Toledo, a mediados del siglo IX, con las primeras fortificaciones estables en el actual suelo de la Comunidad de Madrid. Un ejemplo próximo de esta época lo encontramos en la atalaya de Torrelodones, una torre-vigía con la función de controlar un territorio, al igual que la atalaya de Hoyo (en el Collado de La Torrecilla), actual terreno militar del campo de maniobrasde la Academia del Cuerpo de Ingenieros  (Hoyo de Manzanares). Eran una manifestación del poder y la defensa de los emires de Córdoba ante las continuas revueltas.

Mapa de la Marca Media

El rey Alfonso VI de León y Castilla tomó Toledo por capitulación el año 1085, y la frontera se trasladó hasta la frontera del Tajo. El núcleo poblacional de Madrid fue sometido a un asedio el año 1110 y algunos territorios que componen nuestra Comunidad de Madrid tardarían en completar su reorganización política. Posteriormente, parte del término municipal de Torrelodones pertenecerá a Madrid desde 1152. El Rey Alfonso VIII confirma la donación que realizó Alfonso VII de los montes de esta comarca por un privilegio otorgado en Toledo el 15 de febrero de 1176. La nueva organización territorial con sus repoblaciones se materializaría durante el siglo XII, aunque la colonización de los núcleos rurales continuaron durante la mayor parte del siglo XIII. Colmenar del Foyo (Hoyo de Manzanares), aparece en las fuentes históricas a partir del siglo XIII. El poblado de Carbonero debió ser un núcleo activo en el año 1208.

En el siglo XII, el rey castellano Alfonso XI confirma en sus privilegios por Real Cédula que los poderosísimos propietarios y pastores de ganados de ovejas merinas puedan transitar libremente por territorios castellanos. Es en este momento cuando se constituye el Honrado Concejo de la Mesta, que traerá una serie de cambios sustanciales al territorio. Se mantendrán y cuidarán las cañadas, antiguas rutas que cruzaban la Meseta castellana y que permitían el paso de los ganados trashumantes que emigraban entre sus pastos de verano en las montañas del norte y centro de la Península Ibérica (agostaderos), y sus pastos de invierno (invernaderos o extremos) en los valles más aptos, en dehesas y tierras bajas del sur y oeste. Posiblemente, la Villa de Hoyo de Manzanares sería fundada por ganaderos y pastores segovianos, como así lo confirma una carta fechada el 20 de septiembre de 1248, por Sancho IV desde Segovia.

Área de estudio

Esta información recopilada nos ayuda a acotar el terreno a estudiar, sus límites serían: por el noroeste el área recreativa de El Berzalejo y sus inmediaciones; por el suroeste la finca del Canto del Pico; por el noreste la Finca Corral del Pendolero, y por el sureste las fincas de Cantos Negros y La Espuma respectivamente. Es una zona de especial protección, catalogada como Zona A1, en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Se trata de un espacio protegido de la rampa de la sierra de Hoyo, junto a un cauce fluvial, a una altura media de unos 850 metros. Su ecosistema de bosque de ribera, junto a un encinar degradado presenta algunas particularidades especiales. Ocupan esta unidad de relieve de pie de monte serrano los granitoides post silúricos, además de algunas líneas de falla y zonas de fractura geomorfológica, (Domínguez Villar, D). El componente de vegetación riparia se asocia en particular con una fauna variada del bosque mediterráneo, propia de los montes de El Pardo.

La particularidad del trazado curvilíneo de la carretera M-618, a su paso por el área de estudio noroeste, nos llama la atención, porque parece dividir un posible asentamiento con restos cerámicos en superficie de Edad moderna. Este emplazamiento, más elevado, está acotado por fincas particulares y por el área recreativa de El Berzalejo. El cordel de Cerrastrillero, una antigua vía pecuaria, serviría de importante nudo de comunicación. Una peculiaridad de este lugar sería su situación de altozano, dominando un entorno de explotación intensiva de sus recursos forestales y cinegéticos,  además de su cercanía a la cabecera del arroyo Carboneros. En la actualidad esta zona ha sido alterada debido a recientes explotaciones canteras y mineras, llegando a transformar parte de su paisaje. Además, la parcelación urbanística, la silvicultura y la ganadería han modificado parte de su paisaje.

Mapa de la zona mencionada de El Berzalejo

El arroyo Carboneros está incluido en el suroeste del término municipal de Hoyo de Manzanares, limita con el norte de Torrelodones y desemboca en el arroyo Trofa. Es una zona delimitada por mojones de granito, que como enunciara la séptima partida del Rey Alfonso X, el sabio: “Mojón es señal que departe la una heredad de la otra e non lo deue ningund ome mudar”. Este texto nos habla de la importancia de marcar estos lugares, delimitados por accidentes geográficos del terreno, arboledas, cerros, barrancos, arroyos y ríos o vías de comunicación antiguas como en este caso. Una simple cruz  u otra marca grabada de referencia sobre una peña o un hito, una piedra hincada en el suelo que hacía de marca oficial sobre un terreno divisorio.

Mojón de granito entre Torrelodones y Hoyo de Manzanares

Otro punto de interés, es el cerro de Carboneros, nombrado en uno de los textos de referencia (“Reales Ordenazas y Cédulas de los Bosques Reales del Pardo, Aranjuez, Escorial, Balsain y otros: glossas y commentos a ellas”). Se sitúa en el margen sur del nacimiento del arroyo intermitente de Carboneros, en la actualidad se trata de una propiedad privada. Observando el lugar desde satélite, a través de Google Earth, se aprecia un relieve alterado, que ha sido aprovechado para labores de apicultura. Además, junto al Cordel de Hoyo, muy próximo al Cerro de Carboneros, encontramos una grabado sobre una cara visible de la roca granítica con caligrafía antigua que dice : “El Oyo”. Perpendicular al arroyo de Carboneros, localizamos también el Cordel de Hoyo. Es un importante camino que unía Torrelodones con Hoyo de Manzanares durante la Edad Moderna. Siguiendo el curso de este arroyo, tanto al margen sur, el Monte de las Nieves, como en la zona del camino de las Minas, al norte del barranco, observamos una notoria alteración del paisaje, debido a la cantería y a la minería, que han originado el trazado de unas sendas, recuperadas turísticamente en la actualidad (senda del arroyo de Carboneros).

Mapa del área de estudio

Situándonos en la línea limítrofe entre Torrelodones y Hoyo de Manzanares, localizamos una estrecha senda de trazado antiguo, que va descendiendo en paralelo al arroyo en el margen sur del mismo. Este territorio está salpicado de puestos de caza menor. Encinas y enebros dominan la vegetación. Así mismo en el margen norte, sale de Canto Alto el camino de La Mina, hasta el paraje denominado Cancho de las Cruces, donde se aprecian antiguas construcciones dependientes de las minas, que fueron explotadas a comienzos del S. XX. La riqueza en las materias primas del entorno de Carbonero haría fortalecer aún más el control territorial de esta pequeña población. En este paraje próximo a la desembocadura del arroyo de Carboneros con el arroyo de Trofa se encuentra un área minera de gran importancia denominada La Mina, explotada industrialmente por sus variados recursos minerales como arsenopirita, wolframita, calcopirita, entre otros, a comienzos del siglo XX. Los arroyos Trofa y Carboneros pudieron servir en ocasiones como lavadero para los usos mineros.

Descendiendo el arroyo, localizamos ya su desembocadura con el arroyo de aguas permanentes, denominado Trofa o Trofas, que nace en el núcleo urbano de Hoyo de Manzanares, y desemboca en el río Manzanares. En el margen este del arroyo Trofa se divisan dos grandes fincas: El Pendolero (Hoyo de Manzanares) y La Espuma (Torrelodones).

Corral de El Pendolero junto al arroyo Trofa

Se han localizado algunas posibles estructuras, solapadas al río Trofa, las cuales podrían haber sido molinos hidráulicos. Además, en los alrededores, se documentó la aparición en superficie de cerámica a torno que podía pertenecer a un periodo aproximado desde la Plena Edad Media hasta la Edad Moderna. El registro superficial del terrArroyo Cantos Negroseno, que fue comunicado a finales del siglo XX, en los años 90, a la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid fue realizado por el entonces estudiante de Geografía e Historia y arqueólogo Gabriel Arenas,  sobre las estructuras de piedra. (Arenas 2019).

Grabado de una casa molinera (Anagrama CH)
Restos de construcción próxima a la desembocadura del arroyo Carboneros con el Trofa, con mojón semienterrado
Arroyo Cantos Negros
Cantos dispersos por el montículo artificial

La finca de El Pendolero, y en concreto el terreno situado a unos 889 metros de altura, junto a las casas de guardeses del Palacio de El Pendolero, podría haber albergado una pequeña aldea en época medieval. Este lugar ofrece unas espectaculares vistas debido a su situación estratégica, de dominio territorial sobre el paisaje. “El salto de la muela es el actual Barranco de La Casquera, en el camino de Hoyo al Pardo. De ahí salía, hasta que quedó cerrado por la finca de El Pendolero, un camino que iba de Hoyo a Madrid, entrando por el Pardo al oriente de las compuertas del arroyo Manina, donde se encontraban las casas de las Porriellas, una aldea que producía miel y que también pertenecía a Madrid”. (Tenorio 2018).

Posteriormente, en el siglo XVII, hay constancia histórica de que los reyes Felipe III, y, sobre todo, Felipe IV realizaban cacerías en esta zona.

Mapa del Monte de El Pardo

Evolución socio económica de la actividad del carboneo en la historia reciente

Los llamados “fabriqueros de carbón” eran habituales en la mayor parte de los pueblos serranos. La madera reconvertida en leña, así como la producción derivada del carboneo asociada a su transporte mediante carros tirados por bueyes, sirvieron de “trajino” habitual ante la creciente demanda que estos productos de calidad aportaban a la economía doméstica. Refiriéndose a la Villa de Hoyo de Manzanares, nuestro vecino Alberto Clavero nos dice que el carboneo “era una actividad desarrollada hasta época muy reciente” (Clavero Roda 2000).

La necesidad de carbón, durante la segunda mitad del siglo XIX, para atender a la floreciente red viaria, podría haber condicionado la vida de algunas personas que mantenían el antiguo oficio de carbonero. Ante la innovación del Ferrocarril con locomotoras a vapor les surgiría una nueva oportunidad laboral.

La leña más explotada, la de encina y enebro, se utilizó principalmente como fuente de calor en los hogares y la industria madrileña. Durante el pasado siglo XX era fundamentalmente de enebro, jara y chaparro, que por su rápida combustión eran productos muy demandados por la industria panadera de Madrid. “En las inmediaciones del centro urbano de Hoyo de Manzanares, se encontraban las huertas, en las que también se cultivaban algarrobas y garbanzos. En los cercanos campos se cultivaba trigo, cebada, avena, lino y el centeno, que era el cereal más cultivado” (Clavero Roda 2000).

Actividad del carboneo

Conclusiones

Debido en parte al floreciente Camino Real que une Madrid con Valladolid, y sus caminos menores, sendas y veredas, los pequeños poblados retirados de las principales arterias se van abandonando, convirtiéndose en ruinas olvidadas. Además, la nueva dehesa, acabó con parte de los aprovechamientos de pastos que realizaban los vecinos de los lugares del Real de Manzanares. No se hicieron con regularidad las podas de las encinas, necesarias para acabar con el matorral, lo que supuso un empobrecimiento de la dehesa. El paulatino despoblamiento pudo deberse, en mayor parte, al cambio en la gestión política que se hizo de estas tierras. Las familias gremiales cambiaron de profesión y se dirigieron hacia otros lugares buscando estabilidad. El Rey Felipe II, con su traslado de la Corte a Madrid y su política de reordenación de los caminos reales, concede privilegios y nuevas oportunidades laborales a los habitantes de las pequeñas poblaciones como Carbonero, para que se hagan mesoneros, herreros, carreteros y canteros, sin abandonar totalmente sus antiguas profesiones de molineros, colmeneros, leñadores y carboneros, tan valoradas en el Imperio de los Austrias ante las continuas transformaciones del paisaje físico y humano. Distinguimos, en conclusión, algunos topónimos similares como Cerro de Carboneros, Barrancos de Carbonero y otros similares, referidos quizá a distintos lugares del entorno boscoso.                      

El coto de caza debía estar custodiado mediante guardas y por consiguiente, debían existir casas de guardeses próximas. Esta actividad permitía mantener una economía de auto consumo, con pequeños cultivos y una ganadería muy localizada, con colmenares,  además de otras formas de economía doméstica como la caza, el trampeo, la matanza porcina y muchas otras. Eran encargados de realizar podas para prevenir incendios, por lo que de los montes aprovechaban todo.    

La localización exacta de Carbonero está todavía pendiente de un estudio más elaborado, pero existen restos tanto de época Medieval como Moderna en esta área, en parte, fagocitada por varios terrenos privados y otros municipales, como el área recreativa de El Berzalejo, caracterizada por un pinar reforestado hace algunas décadas, pero preservado y protegido, junto a un paraje más elevado y solariego. El lugar, salpicado de cordeles, como el Cordel de Hoyo, Cerrastrilleros y numerosos itinerarios camineros, evidencian un antiguo trasiego montero. Se hace necesario un estudio más sistemático y una protección de estos lugares olvidados por el tiempo.

Agradecimientos

Agradezco a la Asociación Cultural El Ponderal su amistad e intercambio de conocimiento. A las personas que me motivaron a que escribiera este artículo, Antonio Tenorio y Gonzalo de Luis mi agradecimiento. También a mis padres, Conchi y Antonio, a Patricia Suero y a mis compañeros de excursiones.

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