José Muñoz del Castillo, pionero de los estudios radiactivos en España, y la histórica casa Tanuchi de Hoyo de Manzanares

Hortensia Chamorro Villanueva

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Hortensia Chamorro Villanueva. 2020. José Muñoz del Castillo, pionero de los estudios radiactivos en España, y la histórica casa Tanuchi de Hoyo de Manzanares. Apuntes de El Ponderal 3: 63-76

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Introducción

El primer propietario de la emblemática Casa Tanuchi, la cual forma parte del patrimonio histórico de Hoyo de Manzanares, fue el destacado político y científico granadino José Muñoz del Castillo (1850-1926), que en su faceta política fue gobernador civil, concejal y senador. Como científico, tras completar sus estudios en la Facultad de Ciencias de Madrid, obtuvo en 1870 la cátedra de Física y Química en el Instituto de Segunda Enseñanza de Logroño, interesándose especialmente por la meteorología y estableciendo un servicio meteorológico provincial; además de estudiar con gran interés la plaga de la filoxera en las viñas, y proponiendo en 1878 la sustitución de vides europeas por vides americanas, solución que se adoptaría de forma universal años más tarde, y que le llevó a establecer en Logroño el primer vivero de vid americana, resistente a la plaga (Herrán Corbacho, 2008). En 1885 obtuvo plaza en la Universidad de Zaragoza, siendo decano de la nueva Facultad de Ciencias. Llegó a Madrid en 1887 como profesor para la nueva Escuela General Preparatoria para Ingenieros y Arquitectos, obteniendo la cátedra de Óptica, para posteriormente pasar a ocupar la cátedra de Mecánica Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, y en 1892 consigue la creación de una cátedra personal de Química Inorgánica en la Facultad de Ciencias de Madrid (Herrán Corbacho, 2008). Interesado por el análisis químico de las aguas, en la última década del siglo desarrolló filtros de porcelana de amianto para la potabilización de las aguas, y procedimientos para constituir aguas sulfurosas y sulfhídricas potables artificiales (aplicadas en el establecimiento de Aguas y Baños sulfurosos artificiales de la calle Olózaga, en las proximidades del Parque de El Retiro), con privilegios de invención en ambos casos (conservados en el Archivo Histórico de la Oficina Española de Patentes y Marcas).

A los pocos años del descubrimiento de la radiactividad, sus estudios e investigaciones se centraron en la nueva disciplina, introduciéndola tempranamente en España. En 1904 crea y dirige el Laboratorio de Radiactividad de la Universidad Central, un centro pionero en la materia, especializado en el estudio y análisis de la radiactividad en aguas y minerales, y que en 1911 ascendería a la categoría de instituto, centrándose en los efectos de la radiactividad en la vegetación y en el análisis y producción de abonos radiactivos, que experimentaba en los campos de ensayo de la Universidad Central y, posteriormente, en los campos de la Moncloa del Instituto Agrícola de Alfonso XII (Herrán Corbacho, 2008).

El Instituto de Radiactividad, incluso desde sus inicios como laboratorio universitario, mantuvo contactos con el matrimonio Curie. En 1919 Marie Curie visita por primera vez España, acompañada de su hija Irène, también científica, con motivo del I Congreso Nacional de Medicina al que acude como invitada de honor, causando gran expectación. Una de sus visitas fue al Instituto de Radiactividad, recorriendo detenidamente las instalaciones acompañadas por su director, José Muñoz del Castillo. Pocos meses más tarde la eminente científica sería nombrada por Real Orden de 5 de julio de 1919 directora honoraria del instituto por su colaboración y apoyo. Muestras del estrecho contacto mantenido son el telegrama de condolencias enviado por el catedrático a Marie Curie en 1906 tras el trágico fallecimiento de Pierre Curie (digitalizado en Gallica, biblioteca digital de la Biblioteca Nacional de Francia) y numerosas cartas enviadas por Muñoz del Castillo a la científica (conservadas en el Archives du Musèe Curie, de París, y en Gallica, biblioteca digital de la Biblioteca Nacional de Francia).

Para Herrán Corbacho (2008), el interés de Muñoz del Castillo por la radiactividad pudo deberse a las expectativas terapéuticas del radio en oftalmología, puesto que desde joven sufrió miopía, causa por la que evitó el servicio militar, y que se agravaría en edad adulta debido a la formación de cataratas, obligándole entre junio de 1909 y octubre de 1911 a someterse a nueve operaciones quirúrgicas. En el momento de su jubilación, y tras contar con la opinión de reputados especialistas, el catedrático planteaba que sus problemas de agudeza visual con tendencia a ceguera prematura podrían deberse a la permanencia diaria durante muchas horas en locales “activados” (Muñoz del Castillo, 1920).

Entre 1919 y 1925, ya al final de su vida, el incansable investigador presenta numerosas solicitudes de concesión de marcas de fábrica de propiedad industrial en cuanto a productos radiactivos, muchas de ellas con el nombre MEDELC (que se corresponde en gran medida con las iniciales de sus apellidos) (Tabla 1).

NÚMERONOMBREUTILIDADBOPINOTAS
35821MEDELCProductos y preparados radiactivos para la higiene privada16 de agosto de 1919 
44252CAJA AGARProductos químicos y farmacéuticos, especialmente productos radioterápicos1 de marzo de 1922Junto al farmacéutico Paulino Borrallo Nueda
44253SELLO AGARProductos químicos y farmacéuticos, especialmente productos radioterápicos1 de marzo de 1922Junto al farmacéutico Paulino Borrallo Nueda
44289PENTAFOSFINA RADIACTIVA MEDELCProductos radioterápicos1 de marzo de 1922 
44831ACTIVINA BIOLÓGICA MEDELCProductos radiactivos1 de mayo de 1922 
45215LITINOL URANITÓRICO O URANIADO POLITETRACTIVO MEDELCProductos radiactivos16 de junio de 1922 
46762CALDO VEGETAL TÓNICO RADIACTIVOProductos radiactivos1 de noviembre de 1922 
47022HOYO DE MANZANARES. VILLA CARMEN.LA MEJOR AGUA DE SIERRAAguas minerales y naturales1 de diciembre de 1922Figuras 4 y 5
57492MEDELCProductos científicos, radioactivantes, aplicables y aplicados a la energiación y a la activación de sustancias y preparados naturales y artificiales, y a unos y otros, en el caso de que fueran activados, directa e indirectamente.1 de febrero de 1925 
Tabla 1. Marcas de fábrica de productos radiactivos solicitadas por José Muñoz del Castillo. Elaboración propia en base a datos del Boletín Oficial de la Propiedad Industrial.

Muñoz del Castillo en la sierra de Guadarrama

El intenso trabajo llevado a cabo por el laboratorio universitario desde sus comienzos da lugar en 1905 a la publicación de El Mapa de la radioactividad hidro-minero-medicinal de España, situando dos extensas manchas radiactivas y dieciséis puntos de agua, que pronto se ampliarían. La primera de las zonas con presencia de minerales radiactivos, situada en la parte central de la península, comprendía los municipios madrileños de Colmenar Viejo, Torrelodones, Galapagar y Colmenarejo, siendo ampliada ese mismo año por el hallazgo de minerales de uranio en San Rafael de El Espinar (Segovia). Todavía no se habían descubierto minerales radiactivos en Hoyo de Manzanares, sería el geólogo Lucas Fernández Navarro en 1908 quien hallase por primera vez chalcolita (o torbernita) en el término municipal (Fernández Navarro, 1908).

Muñoz del Castillo, al tiempo que investigaba y analizaba minerales y aguas distribuidos por toda la geografía española, realizó  numerosos estudios y publicaciones de distintas zonas de la Sierra de Guadarrama: la mina de cobre de Colmenarejo, el manantial de Los Barrancos en Valdemorillo, minerales de Colmenar Viejo y Torrelodones, aguas del balneario de la Alameda en Guadarrama, el descubrimiento de la guadarramita en El Espinar…. Respecto a este último municipio, impulsó la instalación del establecimiento de aguas radio-azoadas de la Sociedad Española del Radio y sus Aplicaciones, en la madrileña calle Infantas, que utilizaba los minerales de El Espinar, y además proyectó la cámara radio-activa utilizada en dicho establecimiento, que recibió un premio de mérito en la Exposición de Industrias Madrileñas de 1907 (Chamorro Villanueva, 2019). Destacando repetidamente los beneficios para la salud de la unión de factores como clima, paisaje y radiactividad, y considerando la Sierra de Guadarrama como un amplio y hermoso sanatorio a disposición de la población de Madrid.

Para Clavero Roda (2012), los requerimientos del Instituto de Radiactividad (dirigido por Muñoz del Castillo) al Observatorio Astronómico de Madrid dieron lugar a la instalación de una estación solar en la Sierra de Guadarrama. Se trataría del desaparecido refugio de Siete Picos del Club Alpino Español, en Navacerrada, del que actualmente solo quedan ruinas. Las obras del refugio-observatorio comenzaron en el verano de 1915 con la colaboración de su iniciador, Victoriano Fernández Ascarza, eminente astrónomo y socio del Club Alpino Español (El Heraldo Deportivo, 5 de noviembre de 1915 y 15 de abril de 1916). Fernández Ascarza, astrónomo del Observatorio de Madrid, además de uno de los doce fundadores en 1913 de la sociedad “Peñalara, los doce amigos”, realizó las primeras investigaciones sobre física solar en la Sierra de Guadarrama, ya durante el verano de 1915, desde dicho punto, a 2000 m de altitud, y desde Cercedilla, a 1200 m (probablemente desde alguno de los chalets de su propiedad), cuyos resultados presentó en 1915, La radiación solar, estudios pirheliométricos en la Sierra de Guadarrama,  en Valladolid  durante la celebración del V Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, y en 1917, La transmisibilidad atmosférica para la radiación solar, en Sevilla en el VI Congreso de la misma asociación.

Muñoz del Castillo en Hoyo de Manzanares

Tradicionalmente se han atribuido al clima y a la calidad de sus aguas la escasa mortalidad y la buena salud de los habitantes de Hoyo de Manzanares. Uno de los casos clínicos del eminente doctor Verdes Montenegro, especialista en la prevención y curación de la tuberculosis, que pasó a la literatura científica, fue el de la señorita Luisa N.N., tuberculosa, que al trasladarse a Hoyo de Manzanares por prescripción facultativa mejoraba tanto de su enfermedad que parecía estar sana, incluso en invierno, volviendo a aparecer la afección pulmonar al residir en la capital por una larga temporada, y remitiendo al volver a la localidad serrana (Muñoz del Castillo, 1923).

Ya avanzada la segunda década del siglo XX, el ilustre catedrático y sus colaboradores, Faustino Díaz de Rada y Alberto Gil Bermejo, relacionan la excepcional salubridad que presenta el municipio con la radiactividad y deciden efectuar estudios radiactivos de manantiales, aire, suelo y caza debido a “la fama de sanatorio natural que justificadamente goza, y que cada día va más en aumento, la pequeña villa de Hoyo de Manzanares” (Muñoz del Castillo, 1923).     En muchas de sus numerosas expediciones, iba acompañado por un vecino y buen conocedor del término municipal, Mariano Fernández, que comprobó el entusiasmo de Muñoz del Castillo por el municipio, al que calificaba de muy sano, comprando El Prado del Pozo para edificar una casa serrana de granito (De Pedro, 1996). Sin duda, no se trataba de uno de tantos ilustres madrileños que desde finales del siglo XIX se trasladaban a las villas veraniegas de la sierra buscando el descanso.

Los análisis realizados en el instituto, en la madrileña calle Amaniel, de muestras de agua tomadas en los manantiales utilizados para agua de bebida y usos alimenticios, la fuente pública y la Fuente de la Paloma, demostraron “una potabilidad absoluta y ejemplar”. Repitiendo el ensayo en la fuente pública los resultados fueron de 62, 810 y 1040 voltios-hora-litro, así que “teniendo en cuenta que la Radiactividad aumenta el poder zimótico de los jugos gástricos, parece quedar explicado el hecho de que las admirables digestiones que se hacen con el agua que bebe el vecindario de Hoyo de Manzanares, acaso no tengan otro motivo principal ni razón de ser que la notable radiactividad de las mismas”. Y determinan que por el hecho que “todos los manantiales de Hoyo de Manzanares, cárdenos y no cárdenos, sean radiactivos, y á nuestra previsión de que, andando el tiempo, surgirá en tales lugares una importantísima explotación minera de Uranio-Radio del orden de la de hierro en Bilbao, la de Mercurio en Almadén y la de cobre en Riotinto”. Además de afirmar que “… a todos los rincones del término municipal ha llegado nuestra labor investigadora […] sucede, además, que cada pozo que se abre, y en él surge un manantial, es un nuevo venero radiactivo, según hemos podido comprobar en dos casos”. Añadiendo que “con el hecho indiscutible de que Hoyo de Manzanares es un sanatorio natural de primer orden, reuniría en la pequeña y abrupta localidad los éxitos médicos de Mondáriz y Panticosa”. Respecto a los manantiales cárdenos del Barranco del Cura y del Linar de los Fresnos sugiere que “el agua de ambos embotellada semeja algo á la leche”. Afirmando que la mayor sorpresa de Fuente La Reina, en el paraje la Torrecilla, bien conocida por cazadores “es su radiactividad que al cabo de bastantes días de embotellamiento resultó ser de 551 voltios-hora-litro, y que cuando operamos sobre las muestras que nosotros mismos recogimos, los aparatos acusaron al cabo sólo de cuatro días, una cifra superior a 10000 voltios-hora-litro, que por la ley de desintegración de la emanación rádica, hay que elevar a unos 20000 voltios, en el momento de la emergencia”. Las dos muestras de Fuente la Mariquina, que da origen a un verdadero arroyo, dieron 916 y 1500 voltios-hora-litro, equivalente según él a 3000 voltios de actividad inicial. Añadiendo respecto a los dos últimos que se trata de dos manantiales excepcionales, ya que aunque el de Valdemorillo presenta 55000 voltios es imposible que tenga aplicación práctica, pues solo mana dos litros por minuto. De los pozos de la Hontanilla y de la Iglesia o Frontón indica que son dos modestos veneros cuya captación está en pésimas condiciones, que se mezcla con agua de lluvia, requiriendo su cierre por parte de la corporación municipal y el establecimiento de las bombas y medios de saneamiento oportunos (Muñoz del Castillo, 1923).

La idea de estudiar la radiactividad del suelo surgió a raíz de “la noticia de que una tierra del pueblo, inmediata a la carretera de Colmenar Viejo a Torrelodones, medianamente laboreada y sin abonos, había producido una cosecha de cereal de 61 semillas de recolección por una de siembra; fenómeno idéntico a los que venían produciéndose en mis Campos de ensayo de abonos radiactivos, del Instituto de Radiactividad y de la Escuela de Agricultura ó Instituto Agrícola de Alfonso XII.” Midiendo la radiactividad del suelo de tres prados alejados entre sí, de las proximidades de algunos manantiales y de cuatro casitas “de las típicas de Hoyo, que son como chozas de piedra, sin solados ni cielos rasos, precedidas de un corralito donde suele haber, además del clásico banco de piedra, una parra y una higuera”, concluyeron que el resultado “no puede ser más satisfactorio desde el punto de vista de la salubridad excepcional del pueblecito” y que “cabe discusión sobre si es señal de atraso que las casitas del mismo carezcan en general de solado, ó si esto será rutina inconsciente, pero científica, adecuada al hecho de que el solado de las mismas, representando un obstáculo para el flujo natural de radiactividad en el interior de las habitaciones, hiciera á éstas menos saludables”. Por todo ello, apunta a la radiactividad del suelo “como factor principalísimo de la salubridad excepcional de la villa”, siendo esta cualidad “capaz de sobreponerse á la total falta de higiene pública y á lo rudimentario de la higiene privada en que allí se vive” (Muñoz del Castillo, 1923).

Por todo ello, en 1923 se anuncia en prensa (ABC, El Debate, La Voz…) la construcción de casas para veraneantes en el municipio, al que se califica como primer sanatorio natural radiactivo de España. La dirección de contacto es el domicilio en la capital de Muñoz del Castillo, calle Quintana 38 (Fig. 1).

Figura 1. La Voz, 23 de octubre de 1923. Fuente: Hemeroteca Digital, Biblioteca Nacional de España

Clavero Roda (2012) apunta que pocos años después del fallecimiento del ilustre catedrático se inauguraron dos sanatorios antituberculosos en el término municipal, siguiendo sus consejos y directrices, habiendo sido firme defensor que allí se instalaran. En uno de ellos, Camilo José Cela pasaría el verano de 1942.

Muñoz del Castillo y la casa Tanuchi

En 1916, cuando la población del municipio se situaba en torno a los cuatrocientos habitantes, Muñoz del Castillo adquiere un solar propiedad de Paula Blasco Martín. Se trataba de un huerto con aspecto de charca salpicada de juncos, que se secaba en verano (Muñoz del Castillo, 1923). La llegada de Muñoz del Castillo al municipio quedó reflejada  en numerosas actas de plenos municipales de los años siguientes, principalmente por las obras ejecutadas en la parcela de su propiedad. Con el fin de regularizar las líneas de fachada, el ayuntamiento acuerda que la finca adquirida por el catedrático siga la línea recta, compensando el terreno sobrante con esquinas rectas en lugar de las redondeadas que formaban la finca (AMHM Sig. 939/4. Libro 27, f. 19r-20r, 7 de agosto de 1916). Ese mismo año Muñoz del Castillo solicita permiso al ayuntamiento para la construcción de un pozo negro, siéndole concedido siempre que las obras queden bien ejecutadas (AMHM Sig. 939/4. Libro 27, f. 21r, 3 de septiembre de 1916). En 1917 pide licencia para poner árboles y hermosear la plaza de Hontanilla, con la condición que el ayuntamiento se comprometa a su conservación, el cual además de acceder decide “darle las gracias por las ventajas que reporta hermoseando e higienizando la población, comprometiéndose el ayuntamiento a prohibir todo cuanto se oponga a este resultado” (AMHM Sig. 939/4. Libro 27, f. 39v-40r, 15 de octubre de 1917). En 1919 edifica una construcción serrana de granito de dos plantas, y la denomina Villa Carmen. Probablemente eligió el nombre en honor a su primera mujer, fallecida en 1908, Carmen Masferrer y Frías, cuya esquela aparece en prensa (La Correspondencia de España, 21 de noviembre de 1908).

Para ello cuenta con el arquitecto Julio Cuillant, que dejó en el interior de la vivienda el pozo manantial existente (al que dieron el nombre de Pozo de la Cocina o de San José) con aliviadero que vertía en el arroyo. Al construir los cimientos del edificio, el arquitecto decidió remover toda la superficie del solar hasta un metro de profundidad poniendo “al descubierto los manantiales, filetes y brotaciones, que en la vida anual del huerto le daban la calidad de charca…” (Muñoz del Castillo, 1923).

Las obras en Villa Carmen, dieron lugar en 1920 al pleito entre Muñoz del Castillo y el ayuntamiento que, según las actas de plenos municipales, se debió a la construcción del desagüe en la parte sur de la finca que derivaba las aguas fecales del pozo negro de la vivienda al arroyo, y debido a que la casa estaba a nivel más bajo que el arroyo, provocó la obstrucción del cauce donde estaba establecido un lavadero. El ayuntamiento determinó que en el plazo de diez días el propietario debía dejar libre el cauce y en su estado original, además de zanjar el orificio de salida de aguas fecales y, en caso de no cumplirse el plazo, las obras serían ejecutadas por el propio ayuntamiento con coste al propietario (AMHM Sig. 939/4. Libro 27, f. 77v-78v, 9 de junio de 1920). Esta versión en nada coincide con lo publicado en prensa, que achacaba el problema al caciquismo hacia los propietarios madrileños de prestigio (Fig. 2 y Fig. 3). Ya con fecha de 10 de marzo de 1921, el mismo periódico publica que, estimado por la comisión provincial el recurso de alzada interpuesto por Muñoz del Castillo contra acuerdo del Ayuntamiento de Hoyo de Manzanares referente a obras en finca de su propiedad, “Como el asunto era de justicia, sólo cabe lamentar las molestias que ha tenido que sufrir el Sr. Muñoz del Castillo”. Pero las actas de plenos municipales posteriores a dicha fecha indican que el ayuntamiento, no conforme con la resolución aprobada por el gobernador civil de la provincia, decidió seguir pleiteando (AMHM Sig. 939/4. Libro 27, f. 88v-89r, 27 de marzo de 1921; f. 89v, 4 de abril de 1921; f. 91v-92r, 11 de mayo de 1921; f. 94v-95r, 11 de julio de 1921; f. 95v-96r, 8 de agosto de 1921; f. 97r, 1 de septiembre de 1921; f. 98r, 24 de octubre de 1921).

Figura 2. El Madrileño, 17 de agosto de 1920. Fuente: Biblioteca Regional de Madrid.
Figura 3. El Madrileño, 2 de noviembre de 1920. Fuente: Biblioteca Regional de Madrid.

Para solucionar el problema, y tras el fallecimiento repentino de Cuillant, Muñoz del Castillo contaba con un arquitecto de prestigio, Salvador y Carreras, sobre el que el catedrático apunta “reputado especialista en obras hidráulicas para saneamientos y humedades, fue éste quien solucionó acertada y definitivamente el problema de la insalubridad del terreno y del edificio y el del aislamiento de los veneros de agua, con posibilidad de la captación de los principales manantiales” (Muñoz del Castillo, 1923).

Muñoz del Castillo (1923) no aclara quién de los dos hermanos arquitectos riojanos Salvador y Carreras, Amós o Fernando, es el encargado de las obras. El hecho que uno de los manantiales principales tenga el nombre de San Amós (como indica el pie de foto tomada en agosto de 1921, incluida en dicha publicación) indica que debió ser Amós Salvador y Carreras, que alcanzaría enorme prestigio en su faceta profesional. También los nombres de pozo San José y encauzamiento general Virgen del Carmen, posiblemente los más abundantes, coinciden con los nombres del catedrático y de su primera esposa.

La solución consistió en la construcción de una alcantarilla bufa, de suficiente profundidad y pendiente, que desde la entrada a la finca rodeaba el edificio y vertía el conjunto de las aguas interiores del terreno en el arroyo, próximo a la alcantarilla de la carretera. “Quedaron hechas cinco captaciones correspondientes á los cinco manantiales más importantes, que con el encauzamiento general de los pequeños manantiales, de los filetes y de las brotaduras, hacen para la finca un conjunto de seis veneros de consideración, ó sean siete con el manantial San José (que antes de la edificación discurría como arroyuelo vertiente en el arroyo entrepuentes)”. Los resultados de los estudios radiactivos de “todos los manantiales y brotes y el barro de las brotaciones” dieron valores muy importantes en un total de diecisiete veneros radiactivos, que determina el establecimiento de una “estación hidrorrádica”, instalada en la finca Villa Carmen, que “tiene una gran misión que llenar al servicio de los clínicos y de los pacientes” (Muñoz del Castillo, 1923).

El ilustre catedrático, comprometido entusiasta y buscador infatigable del potencial natural del municipio, aprovecharía la publicación en 1923 de Radiactividad en Hoyo de Manzanares para detallar los problemas surgidos durante la construcción de Villa Carmen y su exitosa solución.

En 1922, un año antes de dicha publicación,  solicitaría concesión de una marca de fábrica para distinguir aguas minerales y naturales, con la denominación “Hoyo de Manzanares. Villa Carmen. La mejor agua de sierra” (Fig. 4 y Fig. 5).

Figura 4. Descripción de la marca de fábrica 47022, Ministerio de Industria, Comercio, Turismo. Oficina Española de Patentes y Marcas, O.A. Archivo. Fondo Histórico, M 47022.
Figura 5. Distintivo de la marca de fábrica 47022, Ministerio de Industria, Comercio, Turismo. Oficina Española de Patentes y Marcas, O.A. Archivo. Fondo Histórico, M 47022.

También Muñoz del Castillo, estableció (o al menos lo intentó) una estación meteorológica en Villa Carmen (Clavero Roda, 2012). Como indica Clavero Roda (2011), principalmente desde su jubilación en 1920, dicha residencia sería el “cuartel general” para sus numerosos estudios en la comarca, extendiéndose a toda la Sierra de Guadarrama.

El legado de José Muñoz del Castillo

Muñoz del Castillo fallece el 30 de enero de 1926, sin descendencia. Su segunda esposa, Ramona López Regadera, había fallecido en el domicilio de la calle Quintana en 1924 (Boletín Oficial de la Provincia de Madrid, 24 de marzo de 1927). Se trataba de un “hotel” en el número 38 de la madrileña calle Quintana, residencia del catedrático desde su llegada a la capital, y que por testamento deja a la institución fundada por él, “Institución Muñoz del Castillo, de preparación moderna para madres de familia”, con el fin de “proporcionar cultura moderna y adecuada de madre de familia a las jóvenes solteras que estén próximas a contraer matrimonio, a cuyo efecto han de estar ya pedidas”, y clasificada como de beneficencia particular docente por Real Orden de 25 de mayo de 1929; la institución no prosperó, puesto que el único patrimonio con el que contaba era dicha propiedad y ya estaba en estado ruinoso, con amenaza de hundimiento,  acabando en manos del asilo de Santa Cristina como también dejó expresado el catedrático en su testamento (Gaceta de Madrid, 3 de junio de 1929 y 1 de junio de 1934). Dicha dirección de la calle Quintana, esquina con el Paseo del Pintor Rosales, figura, durante los años que fue propiedad de Muñoz del Castillo, en numerosos y variados anuncios en prensa, de alquiler de habitaciones, instalación de filtros de amianto para purificar aguas, como dirección de la Sociedad Española de Filtros, para venta de casitas higiénicas en Hoyo de Manzanares, petición de escribiente con buena ortografía,….

Bien distinto sería el destino de Villa Carmen que, según escritura de compraventa de la finca de 1931 (B. Di Marcantonio, comunicación personal, 19 de enero de 2020), formaría parte del remanente de su herencia, dejándola el catedrático a favor de su propia alma, y como albaceas a su hermano Francisco Muñoz del Castillo y a Juan Aguilar López, ambos abogados. La disposición de bienes del testador en beneficio de su propia alma ha sido una arraigada costumbre secular que, a día de hoy, figura en el artículo 747 del actual Código Civil.  Tanto dicha escritura de compraventa como la de declaración de obra nueva de 1921 (ambas en poder actualmente de la familia del comprador) aportan datos de gran interés. Así, podemos saber la distribución del edificio, planta inferior con dos laboratorios, cocina y carbonera, y planta superior con recibidor, comedor, gabinete, dormitorios y servicios de higiene. El 8 de mayo de 1931 es adquirida por Santos Jiménez Jiménez en subasta pública (anunciada previamente en el ABC del 6 de mayo), a la que concurrió como único postor, quien le cambiaría el nombre por Casa Tanuchi, y aunque posteriormente la denominaría El Linar, es Casa Tanuchi el nombre que ha prevalecido (B. Di Marcantonio, comunicación personal, 19 de enero de 2020). Situada entre la plaza de Hontanilla (fachada sur) y plaza Nuestra Señora del Rosario (fachada norte), actualmente plaza de la Hontanilla no 1, la superficie total de la finca, según datos catastrales actuales, es de 431 m2, y consta de una edificación de 220 m2 en dos plantas y un cuerpo adosado de una planta de 30 m2. La vivienda principal corresponde a la planta alta, a la que se accede por escalera lateral en fachada posterior, originariamente de granito, con rejería de hierro forjado en la terraza de acceso que muestra la fecha de construcción, 1919. La planta baja carecía en origen de ventanas y acceso en la fachada principal, cuya apertura se realizó siendo ya propiedad de Santos Jiménez. Las principales características constructivas son: aparejo concertado y llagueado, cubierta a cuatro aguas, alero de madera, ménsulas de piedra y ventanas alargadas adornadas con rejería (Fig. 6).

Figura 6. Fotografía tomada hacia mediados del siglo XX. Fuente: Historia gráfica de Hoyo de Manzanares (2015), propiedad de Blanca Di Marcantonio.

La escritura de compraventa de Villa Carmen en 1931, entonces calle Madrid no 4, aporta además datos relativos a otra propiedad de Muñoz del Castillo en Hoyo de Manzanares, y que también dejaría en beneficio de su alma. Se trata de la finca denominada “Parque Ramona” (nombre de su segunda esposa), como indicaba el rótulo de la puerta de entrada. La finca era contigua a Villa Carmen y estaba formada por tres heredades, El Huerto, El Linar y un sobrante de vía pública. El 29 de enero de 1930 las tres parcelas que constituían “Parque Ramona” fueron vendidas a Santos Román Mozo (B. Di Marcantonio, comunicación personal, 19 de enero de 2020). Teniendo en cuenta que el solar que Muñoz del Castillo compró en 1916 estaba situado entre la calle de La Cruz, la carretera de Torrelodones a Colmenar Viejo y el arroyo que cerraba triangularmente el terreno (Muñoz del Castilllo, 1923), es probable que “Parque Ramona” se ubicase en la prolongación de la finca Villa Carmen hasta la calle de La Cruz, correspondiendo el elevado número de surgencias de agua estudiadas al total de la parcela, y no solo a Villa Carmen. También podría tratarse del lugar donde Muñoz del Castillo proyectó construir las casitas para veraneantes que anunció en prensa en 1923.

En las proximidades de la capilla del cementerio Sacramental de San Lorenzo y San José, en el madrileño barrio de Carabanchel, se encuentra el panteón de Muñoz del Castillo, que Navascués Palacio (1979) destaca como muy original “por la solución naturalista escogida, donde la piedra y maleza se conjugan en feliz solución” y apunta que “la tradicional arquitectura funeraria se ve sustituida por una oquedad cueviforme con interesante relieve, que avanza desde el interior”. Y que también remarca Saguar Quer (1993) por su singularidad.

Al tratarse de un científico verdaderamente prolífico, aunque los archivos del Laboratorio e Instituto de Radiactividad se perdieron, buena parte de sus estudios e investigaciones se conservan dispersos en numerosas bibliotecas que, junto con el Boletín del Instituto de Radiactividad que comenzó a publicarse en 1909, resultan de gran utilidad a la hora de reconstruir los primeros pasos de la investigación nuclear en España.

Conclusiones

José Muñoz del Castillo, científico pionero en el estudio de la radiactividad en España, fascinado por la salubridad y los beneficios naturales del ambiente, eligió el municipio de Hoyo de Manzanares para seguir de cerca sus numerosas investigaciones en la Sierra de Guadarrama. Para ello compró una parcela y edificó Villa Carmen. Durante la última década de su vida intentó sin descanso encontrar el potencial del municipio en cuanto a sus excelentes características radiactivas, climáticas, hidrológicas…, que consideraba un verdadero tesoro natural. No consiguieron prosperar las expectativas industriales ni las posibles aplicaciones que él buscó tan incansablemente. Afortunadamente, sí se conserva la casa que hizo construir y en la que pasó gran parte de su tiempo, sobre todo tras su jubilación, la histórica Casa Tanuchi.

Agradecimientos

A Blanca di Marcantonio, nieta del comprador de Villa Carmen en 1931. A Daniel Campo y Marisa Baelo, autores del blog cosasdehoyo.com y de la publicación Historia gráfica de Hoyo de Manzanares: recuerdos de un pueblo y sus gentes en imágenes (2015). A Pilar García, del Archivo Municipal de Hoyo de Manzanares. A Gonzalo de Luis y a Antonio Tenorio, de la Asociación El Ponderal.

Fuentes y bibliografía

  • AMHM Sig. 939/4. Libro 27, f. 19r-20r (7 de agosto de 1916); f. 21r (3 de septiembre de 1916); f. 39v-40r (15 de octubre de 1917); f. 77v-78 v (9 de junio de 1920); f. 88v-89r (27 de marzo de 1921); f. 89v (4 de abril de 1921); f. 91v-92r (11 de mayo de 1921); f. 94v-95r (11 de julio de 1921); f. 95v-96r (8 de agosto de 1921); f. 97r (1 de septiembre de 1921); f. 98r (24 de octubre de 1921).
  • Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 16 de agosto de 1919; 1 de marzo de 1922; 1 de mayo de 1922; 16 de junio de 1922; 1 de noviembre de 1922; 1 de diciembre de 1922; 1 de febrero de 1925.
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